Oscuridad
- Eurus
- 9 jul 2017
- 1 Min. de lectura

La Oscuridad hoy estaba triste. Ella, siempre a la sombra de su hermana, envidiaba los momentos que esta pasaba rodeada de personas que parecían quererla y estar felices a su lado. La Oscuridad envidiaba esas tardes soleadas que su hermana pasaba en los jardines, rodeada de niños sonrientes. Ella, sin embargo, debía recluirse a los espacios cerrados. Cuan
do quería visitar a alguien, hacer amigos y charlar, todos tenían los ojos cerrados. Nadie queria erla. Solo los abrían cuando su hermana volvía a casa. Ella, se contentaba con acariciarles durante unas horas, y contarle sus penas, aunque nadie respondía. Pero un día, en algún lugar, cuando llegaba su momento y su hermana se iba, una pequeña muchacha se extendía tumbada en la cama, con los ojos abiertos. Cuando la Oscuridad entró, por unos instantes, se quedó parada y sin respirar; sorprendida. No recuerda cuánto tiempo pasó observándola sin decir nada, pero cuando cayó en la cuenta de que pasaba, se abalanzó sobre ella, se sentó a su lado y empezó a hablarle. No obtuvo respuesta, pero se sentía apreciada, pues la chica no cerró los ojos en toda la noche. Durante unas semanas, la oscuridad siguió visitándola, esperando cada instante para hablar con su nueva amiga.
Pero hoy, la Oscuridad está triste. Hoy, hace justo tres semanas desde que la conoció, y ha visto un su mesita, pastillas para dormir.

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